A lo largo de la historia, muchos han sido los filósofos
que se han atrevido a alimentar la hipótesis de la existencia de un cuerpo y un
alma en los seres humanos. Con Platón, ya en el siglo IV a.C., se abrieron las
puertas, que a día de hoy aún están por cerrar, a esta
idea.
René Descartes, filósofo del siglo XVII, defendió el
dualismo cartesiano, el cual daría mucho que hablar en los siglos posteriores. En
resumidas cuentas, para él el ser humano está compuesto de un cuerpo y de un
alma, separando completamente el espíritu de la materia. El cuerpo funcionaría
como una máquina, mientras que el alma es una mente cuya esencia es el
pensamiento. Sobre el cuerpo trata este fragmento, escrito por Descartes en el Tratado del Hombre:
“Supongo que
el cuerpo no es otra cosa que una estatua o máquina de tierra a la que Dios
forma (…) que dispone en su interior todas las piezas requeridas para lograr
que se mueva, coma, respire (…) Todas las funciones (…) no provienen sino de la
materia y no dependen sino de la disposición de los órganos.”
Describe el cuerpo como un mecanismo, reducible en su
totalidad a partes extensas o piezas que conectan entre sí mediante movimientos,
lo compara con un reloj. Todas las funciones corporales las explica como un
movimiento de músculos, líquidos, nervios… y el conjunto de esos nervios va a
converger con el alma en la denominada glándula pinial. A través de este privilegiado punto de unión,
la sustancia espiritual e inextensa trasmite sus órdenes a la sustancia extensa
y material.
Ahora bien, si todas las funciones y comportamientos dependen
de la disposición de los órganos en el cuerpo, ¿por qué aceptar la existencia
de un alma? Según Descartes esta última no resultaba un principio vital, sino algo
completamente independiente. ¿Sería
concebible la idea de un cuerpo sin su alma? La verdad es que sí, podría vivir
y realizar sus funciones, pero carecería de pensamiento, así que deberíamos
interpretar el alma como Razón y, fuera de esta, podríamos entender el funcionamiento del
cuerpo humano como algo completamente mecanizado.
En base a estas ideas, Descartes expuso en El
Discuro del Método, las diferencias entre los animales o las máquinas y el
hombre. El ser humano, estaba dotado de
un alma de la que los animales y las máquinas carecían. Centrémonos en estas
segundas, según nuestro filósofo, si
contáramos con una máquina de aspecto humano tendríamos dos métodos para
reconocer que en realidad no es un hombre verdadero: en primer lugar porque
jamás podría usar la palabra para expresar sus sentimientos de la forma que lo
hacen los humanos y, en segundo lugar, porque a pesar de poder realizar múltiples
funciones incluso mejor que el hombre, se equivocarían tremendamente en otras, descubriéndose
que no actúan por conocimiento y sabiduría, sino por la disposición de sus
órganos. En definitiva, carecería de
Razón, de pensamiento, de alma. Catalogaría a las máquinas como pura extensión
que carece completamente de una parte inextensa.
Este tema tratado en El
Discurso del Método, ha llevado a
multitud de opiniones de lo más diversas. Hemos de tener en cuenta que dicho
texto de Descartes fue escrito en el siglo XVII, cuando todas las máquinas de
la actualidad y la informática estaba aún por desarrollar pero… ¿realmente
existe un límite en la tecnología capaz de impedirle alcanzar la razón humana? Yo
creo que no. Si nos remontáramos siglos
atrás para enseñarles a los ciudadanos de la época inventos como el ordenador o
los Smartphone, se quedarían patidifusos pues, ¿quién se podía imaginar que una
simple máquina fuera a permitir el contacto con alguien que se encuentra a
miles de kilómetros de distancia? Si inventos tales han sido posibles, creo que
ya no hay límite para la tecnología, así que, solo nos queda dejarlo en manos
de la inteligencia artificial.
Tal vez
llegue el día en que el cerebro y la forma de pensar de los humanos puedan
reproducirse en una máquina. Para los dualistas, que sostienen que mente y alma
están separadas y compuestas de materias diferentes, este futuro nunca llegará.
Pero para quienes confían en el avance de la ciencia y tecnología, la frontera
entre humanos y máquinas está cada vez más cerca de desaparecer.
FUENTES:
-
http://pedrogomez.antropo.es/capitulos/2001-El-hombre-maquina-cartesiano.Una-antropologia-esquizoide.pdf
-
http://www.cromo.com.uy/cuando-las-maquinas-piensen-como-humanos-n564565
Muy bien, buena entrada, Sara.
ResponderEliminarSaludos