George
Berkeley dijo…
“La filosofía no es más que el
cultivo de la sabiduría y la búsqueda o investigación de la verdad, de ahí que
pueda esperarse, con razón, que aquellos que le han dedicado mucho tiempo y
fatigas gocen de una mayor calma y serenidad del espíritu, de una mayor
claridad y evidencia del conocimiento y estén menos perturbados por dudas y
dificultades que los otros hombres…”
Berkeley, fue un filósofo irlandés nacido el 12 de
marzo de 1685, verdaderamente influyente
por el desarrollo de la filosofía conocida como idealismo subjetivo y
que falleció en el Reino Unido el 14 de enero de 1753.
La filosofía
es, resumidamente, sabiduría. El filósofo irlandés nos la presenta como el
camino hacia el conocimiento y el intento por descubrir la auténtica verdad. Aquellos
que dedican su tiempo a filosofar huyen de la ignorancia, de la perturbación y de
la “ansiedad” que llega a generar el desconocimiento, sustituyendo todo esto
por tranquilidad, seguridad y calma.
Una antigua
tradición griega cuenta que, en un principio, los pensadores se hacían llamar
“sabios” pero, Pitágoras de Samos sólo quiso llamarse “amante de la sabiduría o
filósofo”. Esto, explicaría el uso del término filosofía y de que, a lo largo
de la historia, hayan sido muchos los que han optado por definir la palabra
filosofía como “el amor por la sabiduría”. Además, creo que es interesante
hacer hincapié en la sencillez del objetivo de la filosofía. Quien filosofa no
busca mayor recompensa que el puro conocimiento, aspira a transformar y ampliar su campo de
visión del mundo.
Considero la filosofía algo imprescindible pues, para
mí, el conocimiento del mundo desde un punto de vista personal resulta vital.
Explorar por uno mismo, sin tener que ceñirse a unos límites marcados por la sociedad,
por la ciencia etc., representa posiblemente la máxima extensión de libertad y,
para ser verdaderamente humanos debemos ser libres. Conocer, nos libera de la
duda, de la inseguridad e incluso de miedos;
preguntarse con el único objetivo de saber sin buscar con ello soluciones
a problemas que se nos plantean, sólo
por afán de conocimiento, nos permite, respuesta a respuesta, ampliar nuestro
campo de visión del mundo. Además, me
considero realmente amante de la verdad
y, como otras muchas, esta es una de las incógnitas a las que la ciencia
ni puede ni seguramente podrá dar solución, así que el único camino para conocer de forma auténtica este concepto es, una vez
más, la filosofía.
Muy bien Sara (veo que sigues el esquema del comentario de texto que estamos trabajando en el aula). En cuanto al contenido -y esto nada tiene que ver con tu trabajo- discrepo con el obispo Berkeley. Temo que la filosofía, al menos cierta filosofía, no da "calma y serenidad de espíritu".
ResponderEliminarSaludos